MUESTRA 004

Esta muestra incluye primordialmente evidencias del uso que Carlota Pérez-Reverte Mañas hizo de la traducción realizada por el escritor colombiano HUGO CHAPARRO VALDERRAMA, con el título La comedia de los errores. Esa traducción fue publicada en 2000 por Norma, como parte de la colección "Shakespeare por Escritores"; posteriormente, fue incluida en el volumen 1 de la colección "Teatro Completo de Shakespeare" publicada por Debolsillo-Random House Mondadori, por lo que es fácilmente accesible en España. Asimismo, las breves pero claras veces en que se sirve de mi texto evidencian el método de apropiación sistemática usado por Pérez-Reverte, quien probablemente tenía a la vista las tres traducciones a la vez.

La evidencia de que Pérez-Reverte Mañas hizo uso de una tercera traducción, además de la mía y la de Márquez, sin tampoco darle crédito, refuerza aún más que su "versión" de la obra de Shakespeare es producto de un acto deliberado de apropiación del trabajo ajeno. Al mismo tiempo, el radical contraste que se puede observar entre la traducción de Chaparro y la mía sirve para comprobar que lo hecho por Pérez-Reverte Mañas no puede ser obra de la casualidad ni de coincidencias de traducción fincadas en el texto de Shakespeare. Una evidencia curiosa de que Pérez-Reverte Mañas no hizo mucho más que copiar y "adaptar" traducciones ajenas, estriba en que reproduce la equívoca interpretación de Chaparro respecto del texto original "Happy but for me and by me". Las varias ocasiones en que Pérez-Reverte hace esto a lo largo de su "versión" subrayan que no posee conocimientos ni habilidades de traductor, en especial de Shakespeare y sus contemporáneos.

La muestra siguiente corresponde al principio de la obra original; es decir, a la primera escena del primer acto y está organizada en tres columnas, para el fácil cotejo de los textos involucrados. El texto de Shakespeare comienza a los 4:18 minutos del vídeo íntegro del montaje y termina a los 7:48.

En la primera columna, transcribo al pie de la letra el texto usado en el montaje arriba referido, realizado a partir de lo que en el mismo se identifica como una "versión" y adaptación de la obra de Shakespeare por Carlota Pérez-Reverte Mañas. La segunda columna contiene la traducción de Hugo Chaparro Valderrama. La tercera consigna mi traducción.

Cabe señalar que mi traducción ofrece verso y prosa de acuerdo con el original, por lo que la tercera columna tiene una apariencia distinta; asimismo, debe apreciarse que, donde el original rima, mi traducción también lo hace.

Para facilitar la comparación y la evidencia, se han coloreado los textos como sigue:

-Los fragmentos en ROJO identifican las adaptaciones hechas a las traducciones de referencia, así como los textos añadidos al original, por Pérez-Reverte Mañas.

-Los fragmentos en VERDE identifican transcripciones al pie de la letra, o casi, de la traducción de Chaparro.

-Los fragmentos en AZUL identifican transcripciones al pie de la letra, o casi, de mi traducción.

Las acotaciones y nombres de personajes se han conservado en NEGRO.

Carlota Pérez-Reverte Mañas

La comedia de los enredos

Entran DOS LETRADOS. Luego de un diálogo introductorio interpolado enteramente por Pérez-Reverte, entra el Duque de Éfeso, con Egeón, mercader de Siracusa, dos Carceleros y la ESPOSA del Duque (personaje inventado por Pérez-Reverte M). Luego de más interpolaciones introductorias por parte de Pérez- Reverte, el DUQUE le pregunta a EGEÓN si tiene algo que decir en su descargo, y en ese momento comienza el texto de Shakespeare (4:18 min.).

EGEÓN

Proceded, Duque, consumad mi ruina, vuestra sentencia de muerte pondrá fin a mis penas.

DUQUE

Mercader de Siracusa, soy imparcial y cumpliré nuestras leyes. La enemistad y la discordia provocadas recientemente por la rencorosa violencia de vuestro duque contra nuestros ciudadanos, honrados compatriotas, que a falta de dinero para comprar sus vidas, sellaron sus destinos con sangre, excluye toda piedad de nuestra- miradas.

[comienzan textos omitidos]





[terminan textos omitidos]


LETRADO 1

Si alguien nacido en Éfeso es visto o sorprendido en alguna feria o mercado de Siracusa,o si algún siracusano es sorprendido desembarcando en la bahía de Éfeso, éste deberá morir.


LETRADO 2

Siendo confiscadas sus mercancías y puestas a disposición del duque, a menos que entregue cinco mil ducados como rescate y para conmutar su pena.

DUQUE

Por lo que veo, vuestras posesiones, tasadas al costo más alto, apenas alcanzan los mil ducados. La ley os condena a morir.


EGEÓN

Éste es mi consuelo: cuando déis la orden, mis penas desaparecerán, como el sol en el ocaso.


ESPOSA del Duque

Parecéis muy dispuesto a morir, siracusano. ¿Qué penas son ésas que os liberan del temor a la muerte?


EGEÓN

No podríais imponerme una pena mayor que la de relatar mis pesares, pero

[textos omitidos]

revelaré lo que mi dolor permita.



Nací en Siracusa. Me casé con una una mujer que hubiera sido feliz sin mí; y de no haber sido la suerte adversa, también conmigo. Vivía dichoso con ella. Nuestra riqueza creció, y expandí mis negocios a Epidamno. Pasaba tanto tiempo fuera, que ella misma tomó la decisión de seguirme.

[comienzan textos omitidos]




[terminan textos omitidos]

Al poco tiempo se convirtió en madre feliz de dos hermosos niños, tan iguales entre sí que sólo podían distinguirse por sus nombres. Quiso el destino que, a la misma hora y en la misma hostería, una mujer humilde diera a luz a otros dos gemelos, también varones idénticos. Debido a que sus padres eran extremadamente pobres, me hice cargo de ellos y los crié para que atendieran a los míos, como sirvientes. Mi mujer, ------ orgullosa de sus dos hijos, me pedía a diario que regresáramos a Siracusa. Consentí. Y... en mala hora nos embarcamos.....

Hugo Chaparro Valderrama

La comedia de los errores

Entra el Duque de Éfeso, con Egeón, mercader de Siracusa, un Carcelero y acompañamiento.







EGEÓN

Procede, Solino, a consumar mi ruina, y con la sentencia de muerte acaba con mis penas y todo.

DUQUE

Mercader de Siracusa, no ruegues más. No estoy dispuesto a transgredir nuestras leyes. La enemistad y discordia que últimamente han surgido de la rencorosa violencia de tu duque hacia los mercaderes, nuestros honrados compatriotas, quienes, por falta de dinero para salvar sus vidas, sellaron sus rigurosos decretos con sangre, excluye toda piedad de nuestras amenazantes miradas. Porque desde las contiendas internas y mortales entre tus sediciosos compatriotas y los nuestros, ha sido decretado en solemnes asambleas, tanto por los siracusanos como por nosotros mismos, no permitir comercio alguno con los pueblos que nos son hostiles.




Y si alguien nacido en Éfeso es visto en una feria o mercado de Siracusa, o si un siracusano va al puerto de Éfeso, debe morir,



siendo confiscadas sus mercancías a disposición del duque, a menos que obtenga mil marcos, para pagar su pena y salvarse.


Tus posesiones, avaluadas al costo más alto,no alcanzan los mil marcos; así que por la ley estás condenado a morir.


EGEÓN

Pero éste es mi consuelo: cuando tus palabras se cumplan, acabarán mis pesares al tiempo que se oculte el sol.


DUQUE

Y bien, siracusano: explica brevemente las razones por las que saliste de tu tierra natal, y por qué motivo viniste a Éfeso.


EGEÓN

No podrías imponerme una tarea más difícil que hablar de mis penas indecibles. Sin embargo, para que el mundo atestigüe cómo mi final fue forzado por la naturaleza y no por una ofensa vil, revelaré lo que mi dolor permita.


Nací en Siracusa, y me casé con una una mujer, feliz salvo por mí, mas feliz conmigo, de no haber sido la suerte adversa. Vivía felizmente con ella; nuestra riqueza creció por los afortunados viajes que hacía a menudo a Epidamno, hasta que la muerte de mi administrador y la preocupación por las mercancías dejadas al azar me raptaron de los amorosos abrazos de mi esposa, de quien no llevaba seis meses alejado cuando ella misma, casi desmayada por el plácido castigo que deben soportar las mujeres, tomara la decisión de seguirme, llegando pronto y a salvo a donde yo estaba. Al poco tiempo se convirtió en madre feliz de dos hermosos niños y, lo que era extraño, uno se parecía tanto a otro que no podían distinguirse sino por sus nombres. A la misma hora y en el mismo lugar, una pobre mujer se liberaba de una carga similar, dos niños gemelos, igualmente parecidos. Debido a que sus padres eran harto humildes, los compré y los traje para que atendieran a los míosMi mujer, bastante orgullosa de sus dos hijos, me pedía a diario que regresaramos a casa; acepté de mala gana. Ay, muy pronto nos embarcamos...


Alfredo Michel Modenessi

La comedia de los enredos

Entra el Duque de Éfeso, con [Egeón,] mercader de Siracusa, un Carceleroacompañamiento.







EGEÓN

No dudes, Solino: dicta la sentencia 

que al darme la muerte, apague mis penas.

DUQUE

Ya basta de ruegos, mercader de Siracusa;

nada me induce a violar nuestras leyes.

La inquina y discordia recién surgidas

del fiero rencor que guarda tu duque

a los comerciantes de nuestra tierra

(cuya sangre sella sus crueles decretos

a falta del oro que les dé rescate)

hacen que en mi torvo gesto ni siquiera

asome la piedad; pues tras las pugnas fatales

entre tus violentos compatriotas y nosotros,

los nobles concilios de Éfeso y Siracusa

decretaron que cese por completo

todo intercambio entre las dos ciudades.

Y más todavía: si a un hombre nacido en Éfeso

se le encuentra en ferias o plazas de Siracusa,

o si llegara algún siracusano

a la bahía de Éfeso, morirá;

y sus bienes quedarán a la merced del duque,

a no ser que reúna mil marcos,

el monto de la fianza y su rescate.

Y ya que tu hacienda entera no alcanza

los cien marcos, ni aun tasada al máximo,

la ley exige que mueras sin remedio.


EGEÓN

Y en todo ello hay alivio: cumplida mi sanción,

con el sol de la tarde cesará mi dolor.


DUQUE

Bien, siracusano: di en pocas palabras

por qué dejaste tu hogar y tu tierra,

y qué motivo te ha traído a Éfeso.


EGEÓN

No podrías darme tarea más dolorosa

que hablar de mis dolores indecibles.

Mas para que el mundo sepa que mi fin

lo causa el amor natural y no una vileza,

diré lo que el dolor ahora permita.

Nací en Siracusa, y desposé una mujer

dichosa por tenerme, y a quien traje dicha...

si bien la dicha nos abandonó.

Con ella vivía feliz; nuestra fortuna

crecía con mis frecuentes y prósperas visitas

a Epidamno. Mas la muerte de mi ayudante

y los bienes que quedaron sin custodia

me alejaron de su cálido pecho.

Pero antes que pasaran seis meses de mi ausencia,

casi desfallecida por la carga

que las mujeres sufren con agrado,

se aprestó a seguirme, y muy pronto,

sana y salva, se encontró conmigo.

Al poco tiempo de nuestra reunión,

fue madre de dos hermosos niños

asombrosamente iguales entre sí;

tanto, que sólo se distinguían por sus nombres.

El mismo día, en la misma posada,

una mujer humilde tuvo otro par de hijos,

idénticos también. La gran miseria

de sus padres me condujo a comprarlos,

y los crié como siervos de los míos.

Mi mujer, orgullosa de los pequeños,

a diario me pedía volver a nuestra tierra.

Consentí a regañadientes y ¡oh!

¡Cuán deprisa nos hicimos a la mar! ...

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